No hay otros paraísos que los paraísos perdidos.



Borges tenía toda la razón
CAMILO VENEGAS

Carlos Pintado solo sueña que es Walt Whitman
y se pierde al final de cada viaje,
Juan Carlos Recio se construye un verano
en las más frías noches de Nueva York,
Odette Alonso se queja del teléfono de su madre
(nunca suena cuando en México D.F.
la neblina del ayer lo cubre todo),
Salvador Lemis huyó a una isla
que está dentro de un lago
que está dentro de una nube,
Sonia Díaz Corrales busca el olor a café
del otro lado de la tarde,
Eloy Ganuza se disfrazó de Buster Keaton
y desde entonces solo habla de la tristeza,
Margarita García Alonso me espera
en una estación de trenes en el Canal de la Mancha…


Hace años que no los veo,
ni siquiera sé qué tanto recuerdan
lo que yo ya he olvidado.
Pero oírlos decir esas cosas
en un muro
que ninguno se atreve a tocar,
me lleva de regreso a la tarde
en que no fuimos capaces de decir adiós
ni de entender el significado real de la despedida.
Borges tenía toda la razón:
No hay otros paraísos que los paraísos perdidos.

EN EL FOGONERO

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