El internado del Opus Dei





LOS MEAPILAS DE IZQUIERDAS

Camilo José Cela

“En España hay meapilas de derechas y meapilas de izquierdas; para mí tengo que éstos son todavía más peligrosos, quizá también porque son más puritanos y estrechos, más de cogerse el alma y sus tres potencias con un papel de fumar Los meapilas de izquierdas (que son tan de derechas como los otros, aunque no lo saben) hablan siempre con palabras muy cultas y relamidas, pasan por alto todas las gloriosas páginas procaces que se escribieron en los Siglos de Oro y antes y después, son proclives al uso de los puntos suspensivos y mencionan en latí (lengua culta) los diáfanos conceptos que se avergonzarían de nombrar en castellano (lengua vulgar). A mí me parecen unos cursis de tomo y lomo, pero mi opinión personal - precisamente por mía - es lo de menos y tiene poca importancia. los meapilas de derechas, de vez en cuando, hasta se emborrachan y van de putas, pero los de izquierdas, que proceden por razones de principio, beben tan sólo zumo de frutas sin fermentar y no van ni a los toros.

Los meapilas de izquierdas suelen tener razón en lo que piensan, menos razón en lo que dicen y casi ninguna razón en lo que hacen y cómo lo hacen; de ellos no se puede decir que sean de pensamiento, expresión y acción consecuentes, ya que el desequilibrio recíproco lastra esas nociones emparentadas y - en teoría - condicionadoras. Los meapilas de izquierdas tienen tanta aversión al sexo como los jesuitas (que no son los meapilas de derechas, aunque sí sus educadores) y si se deciden a operarse de fimosis, cosa que está siempre por ver, lo hacen a destiempo y cuando ya es lo mismo, porque, muerto el perro y desaparecida la rabia, poco importa quitarle o no quitarle el bozal; con los perros bravitos deben tomarse precauciones que huelgan, por razones obvias, con los mansos o los viejos, y la fimosis es el bozal que la Naturaleza puso - ella sabrá por qué - al balanus o bellota de quienes hablan en latín.

Los meapilas de izquierdas son atildados en el vestir, curiosines en el gesto y muy solemnes en el discurso, que salpican de citas clásicas de Séneca y Cicerón; como es frecuente que tengan lecturas y buena memoria, hay que prestar suma atención a cuanto dicen, ya que, al menor descuido, lo dejan a uno con el ignaro trasero al aire y en postura no poco ridícula y ruborizante.

En el trasfondo de la historia de España late, como una constante a la que no es posible volver grupas, la presencia de los meapilas, de derechas o de izquierdas, aleccionando al paisanaje con una vocación ilimitada y que no conoce la fatiga. La contumacia de los meapilas - que se creen no sólo en posesión de la verdad, sino en el sacrosanto deber de transmitirla - es tema que deberían estudiar los psiquiatras, por el haz, y los sociólogos, por el envés; a mí me parece que podrían obtenerse muy útiles consecuencias de la buena marcha de la república y el oportuno gobierno de las mesnadas.

Uno de los signos diferenciales que pudieran distinguir a los meapilas de izquierdas de los de derechas es su actitud ante el derecho penal positivo, que los segundos entienden como ejemplar escarmiento y los primeros como terapéutica de reintegración a la vida en sociedad. Lo más probable es que no sea cierta ni la una ni la otra cosa, pero, como el meapilismo de centro es concepto que no funciona con flexibilidad bastante, más nos vale orillar esta cuestión, que habría de confundirnos. El Sumo Hacedor de los meapilas de izquierdas es noción calcada del Dios de los meapilas de derechas y, en nombre del uno o del otro (que es también el uno), se adoptan posturas rígidas e irreversibles de muy escasa utilidad política.

La coincidencia de los meapilas de izquierdas con los de derechas se produce, antes que en ningún otro lado, en la contemplación del sexto mandamiento (que los meapilas de izquierdas no llaman ni mandamiento ni sexto) y su deleitoso y benefactor quebrantamiento, cuya sola idea les sulfura; la verdad es que hay gustos para todo y tampoco escasean las ganas de dar la lata. La castidad no es una virtud (aunque se tenga por virtuosa) ni la lujuria un vicio (aunque se tenga por viciosa), ya que lo más probable es que, la una y la otra, no sean sino la expresión de un determinado índice hormonal.

Los meapilas, de la una o de la contraria banda, suelen tener malas pulgas y llevar con ánimo cascarrabias las disparidades de criterio. los meapilas de izquierda se dejan matar antes por el fuero que por el huevo (de los de derechas quizá no pudiera decirse lo mismo) y hacen cuestión de gabinete de situaciones que , en no pocos casos, no son sino minúsculos trances de boudoir. No seré yo quien ponga en tela de juicio el derecho que asiste a cada cual de ver fantasmas y hasta de tomar café con los fantasmas.

Cuando era joven (repito una vez más señora: cuando era aún todavía más joven de lo que soy, quiero decir, hace medio siglo, sobre poco más o menos), sentía por los meapilas de izquierdas una gran admiración que después, poco a poco, se me fue diluyendo y borrando, se conoce que por la influencia de las malas compañías. Si no fuera por las malas compañías y su función catalizadora, todos seríamos meapilas, de izquierdas o de derechas, y el mundo semejaría un internado del Opus Dei. ¡Buena pejiguera!.

Ahora con esto de las elecciones y sus disimulos, están apareciendo meapilas por todas partes, y lo más curioso es que no se sabe bien si son de derechas o de izquierdas; el cotarro anda no poco revuelto y propicia la ganancia de los pescadores de votos. Debo reconocer que de ilusiones también se vive.

A mí me va poco el meapilismo, ni de derechas ni de izquierdas, y siento escaso aprecio por los meapilas de uno u otro color. Hay, sin embargo, unos especímenes que desprecio aún más todavía: los fingidores de un meapilismo que no sienten, pero suponen útil a sus fines. Contra ellos y sus ingenuas - y quizá rentables - estrategias, quisiera alertar al lector paciente y meapilas o no."


Recogido en Los sueños vanos, los ángeles curiosos, Barcelona: Argos Vergara, 1979.

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