Señorita No y Señora Sí, en Sentado en el aire con Juan Carlos Recio.




Señorita No y Señora Sí, en Sentado en el aire con Juan Carlos Recio.

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Anonyme a dit…
Podía ocurrir.
Tenía que ocurrir.
Ocurrió antes. Después.
Más cerca. Más lejos.
Ocurrió, no a ti.

Te salvaste porque fuiste el primero.
Te salvaste porque fuiste el último.
Porque estabas solo. Porque la gente.
Porque a la izquierda. Porque a la derecha.
Porque llovía. Porque había sombra.
Porque hacía sol.

Por fortuna había allí un bosque.
Por fortuna no había árboles.
Por fortuna una vía, un gancho, una viga, un freno,
un marco, una curva, un milímetro, un segundo.
Por fortuna una cuchilla nadaba en el agua.

Debido a, ya que, y en cambio, a pesar de.
Qué hubiera ocurrido si la mano, el pie,
a un paso, por un pelo,
por casualidad,
¡Ah, estás! Directamente de un momento todavía entreabierto.
La red tenía un solo punto, y tú a través de ese punto.
No dejo de asombrarme, de quedarme sin habla.
Escucha
cuán rápido me late tu corazón.

Wislawa Szymborska©
Anonyme a dit…
Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.

Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.
Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.

Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan. (Jaime Sabines)
Anonyme a dit…
Las cartas

He abierto pocas cartas, pero siempre importantes.
Alguna fueron de amigos cercanos.
otras de mujeres
y otras de pequeña gente que no volveré a ver.
De cada palabra obtuve una verdad,
y de cada silencio,
ese temor a lo invisible que nunca confesamos.
Por una carta perdoné a un enemigo.
Por una carta decidí mi soledad tras un largo romance.
Por una carta abandoné un país.
Si alguien me pidiera explicaciones, no sabría decirlo.
Una carta es el aire que bate entre dos condenados,
entre el cuerpo y el alma.
Un sillón reclinable, un dorado estilete para rasgar los sobres,
una vista nocturna de París,
de poco servirían.
Desde el momento en que vocean tu nombre por las habitaciones,
en que cae un susurro debajo de la puerta
ya no hay nada que hacer.

Emilio García Montiel

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