ayer escapé de las crónicas poéticas ocultas del diablo.



Como el río tajante, no el afluente ni el remanso,
como el caudal de agua arribo
a la edad donde todo es permitido.

(Margarita García Alonso)

Ayer tuve un momento de felicidad extrema. Soy de una intensa timidez campesina; alejada de grupos y comunidades por la situación geográfica y también espiritual, pues acostumbro a preguntar lo que no entiendo o me inquita con la misma franqueza de la burra a quien le ponen a comer en un pastizal seco.

No es la moda, lo sé, pero los dos componentes anteriores me impiden de pintar gracias para obtener publicaciones, críticas, entrevistas, y esas formalidades propias de la profesión, lo cual me ubica en que solo me mencione el diablo en sus crónicas poéticas ocultas.

¿Y qué gano no domesticándome? Sin dudas, la libertad. De todas formas como está la crisis, dada la edad y si me muero por acá, tendrá el ayuntamiento que tirar los restos al Mar de la Mancha y sin tumba y esos tralala no creo que me envíen flores, ni sea motivo de un parte oficial.

El momento feliz me lo ha dado un desconocido que me pide amistad en Facebook: Juan Costa Soler. Ha publicado en su muro estos versos y aconseja un artículo que he escrito. Hasta dice que es estupendo.

El elogio de un desconocido es un inmenso premio, considerarlo así debe ser también una enseñanza genética que traigo del Km 101 en Matanzas.

Me ha quedado rondando la felicidad de que alguien que desconoces pueda murmurar algún verso que has escrito...Agradecida.

Commentaires

Anonyme a dit…
Me ha gustado mucho lo que le dijiste a Osmani Baullosa en Facebook...

"olores que estremecen la columna vertebral y germinan donde tenias escondidos los textos"

besos
Kath
Anonyme a dit…
¡La mitad no quiero de nada!

La mitad no quiero de nada!
¡Que sea mío el cielo todo!
¡La tierra toda, mía!
Mares y ríos, el torrente de la montaña,
¡míos! No los comparto.

No me seducirás, vida, con una parte.
¡Será todo o nada! ¡Yo podré con todo!
No quiero ni la felicidad
ni el dolor a medias.

¡Quiero, sí, la mitad de la almohada
donde, pegado a tu mejilla,
como una pobre estrella fugaz,
fulgure el anillo de tu dedo...

Yevgeni Yevtushenko
Anonyme a dit…
Llegará un día en que nuestros hijos, llenos de vergüenza, recordarán estos días extraños en los que la honestidad más simple era calificada de coraje.
Yevgeny Yevtushenko

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