Quien está dispuesta a cortar el aire






Por Arístides Vega Chapú

Desde su título El centeno que corta el aire, de Margarita García Alonso (Matanzas, Cuba, 1959) publicado por la Editorial Betania en su colección de Poesía, su autora nos advierte, desde el más estricto sentido lírico, que está dispuesta a develarnos todo lo que pueda quedar fuera de la visualidad  de un ojo poco atento, poco entrenado.

Con los más variados y diversos elementos que ella primero avizora y selecciona para luego ubicar en esa planicie sobre la que arma y desarma paisajes constantemente, esta poesía se va componiendo más que nada por la indagación de alguien que le interesa calar o cavar, llegar al fondo o al centro de todo. Y ese todo aquí está personificado por el Hombre, o más bien por todo lo que guarda y resiste su interior, es decir por la raíz de todo comportamiento. Traspasar cualquier atmósfera, cortar el aire, hasta llegar al otro lado, donde ella sitúa sus historias, dispuestas a descomponerlas hasta llegar a su verdad. 

Sin importarle oficios, que son más bien puntos de partida para muchas de esas historia  de vida que les va creando a sus disímiles personajes; hombres y mujeres aparecen en busca de sus propios caminos, con sus lamentos o alegrías a cuesta. Ellos, como la vida real testificada en estos versos se adentran por trillos o avenidas del mundo para luego exponernos ese itinerario, casi siempre afectivo,  sin descuidar el más mínimo detalle. 

Viajan constantemente de un sitio a otro, para luego dejar constancia con asombroso dominio sobre esas sutilezas o nimiedades que hacen diferentes la vida de uno y de otros. Las experiencias todas, aún las más personales o complejas, expuestas en una poesía sencilla pero calzada por una emotividad que busca, y en mí opinión logra, cjava-scriptrnos.

Margarita como cualquier otro poeta fabula constantemente. Mezcla con osadía realidad con ficción, junta períodos históricos, geografías lejanas.  Pero en su caso son los sentimientos de sus protagonistas los que dibujan rostros y sombras, paisajes y estados anímicos. Un mundo expuesto desde el interior de quienes aparecen en este poemario para desde la diversidad de sus voces contar singularidades. Es aquí el atractivo mayor de encontrárnoslos y dialogar con ellos. Pueden en un principio, en ese contacto primero y superficial,  dar la apariencia de personas comunes y simples, pero traen sobre sí un pasado y presente que conmueve y moviliza.

Obviamente que la poetisa logra sus versos con una visualidad propia de su otro oficio, el de artista plástica, como mismo sus pinturas tienen una poética muy particular. Y es que Margarita expresa desde la sinceridad que le exige su vocación de testificadora de los más disímiles y variados estados anímicos de los seres humanos esa relación de uno con uno mismo. Esa conversación íntima que solemos sostener para preguntarnos y respondernos todas las dudas que desde el misterio de una vida ejercida con plenitud, nos convierte en permanentes indagadores de cuanto sucede a nuestro alrededor. Y ese alrededor no tiene en esta poética límites geográficos. Cualquier ciudad del mundo, cualquier porción de tierra está alcance del persistente andar de estos personajes, ciudadanos todos del mundo: Pregunto, si debo abandonar bandera/si es tarde para capitular/ si debo alinearme/ como una nube rosada del anochecer. / Si es necesario llegar completamente muerta al final.(página 68)

Aún cuando algunos de los poemas juntados en este libro tienen como base, o digámoslo más sencillo; la inspiración en una cotidianidad común para muchos, lo que pudiéramos llamar poemas domésticos, de una cuerda afectiva y sensible de la que cualquiera puede sujetarse, Margarita logra contar sus historias, incluso las referidas a lo común de las cosas, de una manera tan particular que es como si le asistiera la intención de relatarlas de una manera nueva, de otra forma, desde otra visión, es decir desde la trascendencia. Si así se lo hubiese propuesto lo logra y es para mí lo más disfrutable de este poemario: Yo, la parásita,/ me alimento de letras,/en correos de un amarillo triste/ como todo lo que llega de esa isla de veranos.(página 59)

Ya lo había advertido la poetisa Carilda Oliver Labra presentando el primer poemario de Margarita García Alonso, en el ya lejano año ochenta ocho, del siglo pasado: Su discurso, a veces sobresaltado, siempre lúcido, nos agarra y conmueve como el que aspira al infinito .Solo que ahora,  al paso de los años,  le asisten otras amarras por las que llegó a ese infinito desde entonces avizorado.

En EL PAIS

Arístides Vega Chapú, nació en Santa Clara, en 1962. Sus últimos libros de poemas publicados son Días a la deriva (Reina del Mar Editores, Cienfuegos, 2003) y la antología personal Que el gesto de mis manos no alcance (Unión, La Habana, 2007).






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García Alonso Margarita, Periodista, poeta, y artista visual.  

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