dudas existenciales




Detesto teclear mis poemas, detesto limpiarlos, cortar, recomenzar, tirar , pero me aplico de forma compulsiva, mil veces, otra vez, esto no, esto sí, corta, respira, cambia, me transformo con ellos, presente  en medio de la intervención quirúrgica,  presente: ¿qué tengo qué decir, quién lo dice, dónde quiero ir? ¿Por qué no llego? ¿Es mi forma de jadear? Si no jadeo ¿para qué carajo escribo?

La vaina del  " arroyo lírico, fluye, fluye, brota, viene en carretilla" no camina conmigo, arrastra demasiados gajos comunes. ¡Qué saturación de sensaciones!  En tiempos "normales" extraigo hasta los tendones, pero como estoy en dudas poéticas existenciales, ligadas al concepto "poesía/ algarabía", me recondeno y hasta tengo la perversa idea de aplicar mi "poectomía radical", lo cual dará,  como es habitual, otro de mis  libros “inmetibles”, que no interesan a nadie, ni siquiera a mis amigos escritores. En esas estoy, con la idea insana de copiar las palabrejas  que sobran en otro documento y conformar un librito popular de poemas a cuatro quilos, gracioso, mira tú,  van a gustar. 

Pero ni siquiera puedo hacer esa putería.  ¿Por qué, por qué no puedo jugar la alegre putica poética? Qué recondenación,  dudo si sirve (a quién le sirve, y para qué tiene que servir si  no importa que sirva, a mi no me importa que sirva a nada y tampoco he pensado en los otros cuando escribí) y si no sirve (para qué, si ya no me sirve a mi), no entiendo qué pone a algunos tan ridículamente embriagados cuando se tildan de poetas.  Quizás tengan un don anal conectado al cerebro y sean realmente genios. No lo soy,  ni siquiera es auténtica la duda, me imagino que por esta pase una buena cantidad de escribidores, lo que me jode es que lo vivo como  una  jodía y crónica enfermedad genética. Soy una irrentable descosía, en un mundo donde cualquiera se paga gloria y fama, lo que no está mal pero confunde, mierda!




 GRACIAS A

Barbara Teresa Suarez 
POR RESPONDER A MIS DUDAS CON ESTE POEMA

 

Carta a George B. Moore en defensa del anonimato JOSÉ EMILIO PACHECO

CARTA A GEORGE B. MOORE EN DEFENSA DEL ANONIMATO
Jose Emilio Pacheco
De: "Los trabajos del mar" (1983)

No sé por qué escribimos, querido George.
Y a veces me pregunto por qué más tarde
publicamos lo escrito. Es decir, lanzamos
una botella al mar, harto y repleto
de basura y botellas con mensajes.
Nunca sabremos
a quién ni adónde la llevarán las mareas.
Lo más probablees que sucumba en la tempestad y el abismo.

Sin embargo, no es tan inútil esta mueca de náufrago.
Porque un domingo
usted me llama de Estes Park, Colorado,
me dice que ha leído cuanto está en la botella
(a través de los mares: nuestras dos lenguas)
y quiere hacerme una entrevista.
Después recibo un telegrama inmenso
(lo que se habrá gastado usted al enviarlo).
En vez de responderle o dejarlo en silencio
se me ocurrieron estos versos. No es un poema,
no aspira al privilegio de la poesía
(no es voluntaria).
Y voy a usar, así lo hacían los antiguos,
el verso como instrumento de todo aquello
(relato, carta, drama, historia, manual agrícola)
que hoy decimos en prosa.

Para empezar a no responderle,
no tengo nada que añadir a lo que está en mis poemas,
dejo a otros el comentario, no me preocupa
(si alguno tengo) mi lugar en la historia.
(Tarde o temprano a todos nos espera el naufragio.)
Escribo y eso es todo. Escribo: doy la mitad del poema.
Poesía no es signos negros en la página blanca.
Llamo poesía a ese lugar del encuentro
con la experiencia ajena. El lector, la lectora
harán o no el poema que tan sólo he esbozado.

No leemos a otros: nos leemos en ellos.
Me parece un milagro
que algún desconocido pueda verse en mi espejo.
Si hay un mérito en esto –dijo Pessoa—
corresponde a los versos, no al autor de los versos.
Si de casualidad es un gran poeta
dejará cuatro o cinco poemas válidos,
rodeados de fracasos y borradores.
Sus opiniones personalesson de verdad muy poco interesantes.

Extraño el mundo el nuestro: cada día
le interesan cada vez más los poetas;
la poesía cada vez menos.
El poeta dejó de ser la voz de la tribu,
aquel que habla por quienes no hablan.
Se ha vuelto más otro entertainer.
Sus borracheras, sus fornicaciones, su historia clínica,
sus alianzas o pleitos con los demás payasos del circo,
tiene asegurado el amplio público
a quien ya no hace falta leer poemas.

Sigo pensando
que es otra cosa la poesía:
una forma de amor que sólo existe en silencio,
en un pacto secreto entre dos personas,
de dos desconocidos casi siempre.
acaso leyó usted que Juan Ramón Jiménez
pensó hace mucho tiempo en editar una revista.
Iba a llamarse “Anonimato”.
Publicaría no firmas sino poemas;
se haría con poemas, no con poetas.
Y yo quisiera como el maestro español
que la poesía fuese anónima ya que es colectiva
(a eso tienden mis versos y mis versiones).
Posiblemente usted me dará la razón.
Usted que me ha leído y no me conoce.
No nos veremos nunca pero somos amigos.
Si le gustaron mis versos
qué más da que sean míos/ de otros/ de nadie.
En realidad los poemas que leyó son de usted:
Usted, su autor, que los inventa al leerlos.

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