Fuera, fuera ladino.

31 de de marzo de 1492:  Expulsión de los Judíos de España.

"En el mismo mes en que sus Majestades expidieron el decreto que todos los Judíos deben ser expulsados ​​del reino y sus territorios, en el mismo mes me dieron la orden para llevar a cabo con hombres suficientes mi expedición del descubrimiento de la Indias". Así comienza el diario de Cristóbal Colón.

El sábado, 31 de de marzo de 1492, la reina Isabel de Castilla y su marido Fernando de Aragón firmaron un decreto que permitía convertirse o salir del país a los Judíos de España (hasta el 31 de julio). La expulsión de los Judios fue  el proyecto favorito de la Inquisición española, encabezada por el Padre Tomás de Torquemada. 

Más de un centenar de miles de Judíos y  marranos (falsos convertidos) eligieron  el exilio. Se establecieron entonces en  los Estados del norte de África musulmana, en Salónica, ciudad griega bajo soberanía otomana;  en la vecina Portugal,  o en los Estados Pontificios, donde se asegura su seguridad.  Se les conoce desde entonces como "Sefardíes" palabra que significa en España "judeo-español".

Decenas de miles de refugiados murieron al tratar de ponerse a salvo. En algunos casos, los capitanes de barcos españoles cobraron sumas exorbitantes a pasajeros judíos, luego los arrojaron por la borda en el medio del océano.

En los últimos días antes de la expulsión, los rumores se extienden por toda España que los refugiados que huyen habían tragado oro y diamantes, y muchos Judíos fueron acuchillados hasta la muerte por ladrones que esperaban encontrar tesoros en sus estómagos.

Algunos marranos de Portugal se instalarán más adelante en la región de Burdeos (entre ellos los antepasados ​​del escritor Michel de Montaigne), y otros en los Países Bajos (entre ellos los antepasados ​​del filósofo Spinoza). El decreto de Isabel y Fernando fue abolido 5 de junio de 1869, por un artículo de la Constitución Española.

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