A NADIE, SILVINA OCAMPO


Landscape with the Fall of Icarus“ (detail), c.1558, Pieter Bruegel the Elder.

A NADIE

Me habita ese infinito recinto impenetrable
donde también creíste descubrir el futuro;
en la voz de su sombra, como a través de un muro,
te asedió del olvido el murmullo implacable.
Un murmullo de imágenes que no indica la hora,
la estación, ni el lugar, que las lleva temblando
a un futuro incesante, lo irá multiplicando,
y no sabemos qué ángel, qué fervor lo atesora.
Esas solas imágenes conservadas, perdidas,
que la vida recoge como una inmensa casa,
bien sabes que persisten en el tiempo que pasa,
tejiendo entre sus redes secretas otras vidas.
Sabes que allí está el verso olvidado en los sueños,
la inadvertida frase, la puerta que se vio,
un instante, una noche, el rostro que pasó,
y en las cenizas pálidas retratados los leños.
Allí te será fácil olvidar a tu amado.
Allí me habré ya muerto con un veneno amargo,
en un atardecer que en mi tristeza alargo
entre bosques altísimos. Allí no habré llorado.
El cedro imaginado junto al cedro estará
como junto al amado esa fotografía
tan imperiosa y vívida en su melancolía,
que no ha de abandonarnos ni en la infidelidad.
Existen cada tigre que vimos y el jardín
que plagió nuestro sueño imaginado en viajes.
Cada noche perdura, numera sus follajes,
y existe el primer día del mar y del jazmín.
Todo lo que hemos visto con nuestra distracción,
como si el mundo fuera a repetir sus actos,
ha quedado en nosotros con detalles exactos,
ardientemente puros, como en una pasión.
Y tú que no he amado, que no evoqué jamás
al oír una música, con trémula insistencia,
tú que no me inspiraste el dolor de la ausencia,
tú que en vano podrías amarme a mí... Quizás
en ese lugar pude amarte todavía,
pasando por zaguanes vislumbrados apenas,
entre calles manchadas por el tiempo y sin penas,
entre guirnaldas pálidas de indecisa alegría.

SILVINA OCAMPO

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